My spiritual testament,
If in this late hour of my life I look back at the decades I have been through, first I see how many reasons I have to give thanks. First and foremost I thank God himself, the giver of every good gift, who gave me life and guided me through various confusing times; always picking me up whenever I began to slip and always giving me again the light of his face.
I thank my parents, who gave me life in a difficult time and who, at the cost of great sacrifice, with their love prepared for me a magnificent abode that, like clear light, illuminates all my days to this day. My father’s lucid faith taught us children to believe, and as a signpost it has always been steadfast in the midst of all my scientific acquisitions; the profound devotion and great goodness of my mother represent a legacy for which I can never give thanks enough. . . .
. . . I thank the people of my homeland because in them I have been able again and again to experience the beauty of faith. I pray that our land remains a land of faith, and I beg you, dear countrymen: Do not let yourselves be turned away from the faith. And finally I thank God for all the beauty I have been able to experience at all the phases of my journey, especially, however, in Rome and in Italy, which has become my second homeland.
To all those whom I have wronged in any way, I heartily ask for forgiveness.
What I said before to my countrymen, I now say to all those in the Church who have been entrusted to my service: Stand firm in the faith! Do not let yourselves be confused! It often seems that science — the natural sciences on the one hand and historical research (especially exegesis of Sacred Scripture) on the other — are able to offer irrefutable results at odds with the Catholic faith. I have experienced the transformations of the natural sciences since long ago and have been able to see how, on the contrary, apparent certainties against the faith have vanished, proving to be not science, but philosophical interpretations only apparently pertaining to science; just as, on the other hand, it is in dialogue with the natural sciences that faith, too, has learned to understand better the limit of the scope of its claims, and thus its specificity. It is now sixty years that I have been accompanying the journey of Theology, particularly of the Biblical Sciences, and with the succession of different generations I have seen theses that seemed unshakable collapse, proving to be mere hypotheses: the liberal generation (Harnack, Jülicher etc.), the existentialist generation (Bultmann etc.), the Marxist generation. I saw and see how out of the tangle of assumptions the reasonableness of faith emerged and emerges again. Jesus Christ is truly the way, the truth and the life — and the Church, with all its insufficiencies, is truly His body.
Finally, I humbly ask: Pray for me, so that the Lord, despite all my sins and insufficiencies, welcomes me into the eternal dwellings. To all those entrusted to me, day by day, my heartfelt prayer goes out.
~Pope Benedict XVI
God bless,
FRVW
Mi testamento espiritual,
Si en esta hora tardía de mi vida veo hacia atrás, a las décadas que he atravesado, primero veo cuantas razones tengo para agradecer. En primer lugar, le doy gracias a Dios mismo, el dador de todo buen don, quien me dio la vida y me guió a través de varios momentos; siempre recogiéndome cada vez que comenzaba a resbalar y siempre dándome de nuevo la luz de su rostro.
Agradezco a mis padres, quienes me dieron la vida en tiempos difíciles y quienes, a costa de grandes sacrificios, con su amor prepararon para mí una magnifica morada que, como una clara luz, ilumina todos mis días hasta el día de hoy. La lúcida fe de mi padre, nos enseñó a nosotros los niños, a creer, y como poste de señalización, siempre ha estado firme en medio de todas mis adquisiciones científicas; la profunda devoción y gran bondad de mi madre, representa un legado, el cual nunca puedo agradecer suficientemente. . . .
. . . Le doy gracias a la gente de mi patria, porque en ellos he podido, una y otra vez experimentar la belleza de la fe. Rezo para que nuestra patria siga siendo una tierra de fe, y les ruego, queridos compatriotas: No se permitan alejarse de la fe. Finalmente. Le doy gracias a Dios por toda la belleza que he podido experimentar en todas las fases de mi camino, especialmente, sin embargo, en Roma, Italia, la cual se ha convertido en mi segundo hogar.
A todos aquellos a quienes he dañado de alguna manera, de todo corazón les pido perdón.
Lo que dije antes a mis compatriotas, se lo digo ahora a todos aquellos en la Iglesia que han sido confiados a mi servicio: ¡Permanezcan firmes en la fe! ¡No se dejen confundir! A menudo pareciera que la ciencia – las ciencias naturales por un lado e investigaciones históricas (especialmente la exegesis de las Sagradas Escrituras) por otro lado – pudieran ofrecer resultados irrefutables en desacuerdo con la Fe Católica. He experimentado las transformaciones de las ciencias naturales desde hace mucho tiempo y he podido ver cómo, al contrario, las aparentes certezas en contra de la fe, se han desvanecido, probando que no eran ciencia, sino interpretaciones filosóficas, que aparentemente solo pertenecen a las ciencia; así como, por otra parte, es en el dialogo con las ciencias naturales donde la fe también ha aprendido a comprender mejor el límite del alcance de sus reivindicaciones y, por lo tanto, su especificad. Hace ya sesenta años que he estado acompañando el camino de la Teología, particularmente el de las Ciencias Bíblicas, y con la sucesión de diferentes generaciones, he visto colapsar tesis que perecían inquebrantables, probando ser meras hipótesis: la generación liberal (Harnack, Jülicher etc.), la generación existencial (Bultmann etc.), la generación Marxista. Vi y veo como de la maraña de suposiciones, surgió y emerge de nuevo la razonabilidad de la fe, Jesucristo verdaderamente es el camino, la verdad y la vida – y la Iglesia, con todas sus insuficiencias, es verdaderamente Su cuerpo.
Finalmente, humildemente les pido: Oren por mí, para que el Señor, a pesar de mis pecados e insuficiencias, me de la bienvenida en las moradas eternas. A todos aquellos que me han sido confiados, día a día les extiendo mi oración.
~Papa Benedicto XVI
Dios los bendiga,
FRVW