Mary Mother Of God Schedule 

Through the Catholic Church’s Liturgy Jesus’ Redemptive Acts are made present to us in this most holy of weeks!

Holy Tuesday the Chrism Mass will occur at the Cathedral in Arlington.  The Chrism Mass is when all the diocesan priests renew their solemn promises made on the day of their ordination.  It is also the Mass at which the bishop blesses the oil of the infirmed (used for Anointing of the Sick) and the oil of catechumens (used at Baptism).  The oil of Sacred Chrism is consecrated as it is used for the three sacraments that mark one’s soul: Baptism, Confirmation and Holy Orders.

\Holy Thursday’s only Mass of the day is the Mass of the Last Supper offered in the evening.  It is the Mass wherein we celebrate the institution of the sacraments of the Holy Eucharist and Holy Orders.  We do not only look back at history.  At every Mass it is the same Jesus Who makes Himself really, truly and substantially Present in the Holy Eucharist as He did for the first time at the Last Supper!  He does so through a priest who is in the line of the priesthood that Our Lord established upon the Apostles at the Mass of the Last Supper.

Good Friday is the only day of the year that a priest is forbidden to offer the Holy Sacrifice of the Mass.  On the day that Jesus Sacrificed Himself to Redeem us, we are deprived of It.  On the day that Jesus suffered for our sins, we ‘suffer’ the loss of His Sacrifice, the Mass.  The Church, in Her wisdom, has a beautiful Liturgy wherein we read the Passion, venerate the Cross and receive Holy Communion.  We are able to receive in Holy Communion the same Jesus Who Suffered and Died for us.

Holy Saturday is a silent day as Jesus was in the tomb.  In the evening we begin the celebration of Jesus’ Resurrection from the dead.  The Easter Vigil is The Mass of the Church year.  It is the culmination of Our Lord’s Redemption for our sins.  He opens the gates of heaven for all of us.  He gives Himself to us in the sacraments.  He is alive in His Glorified Body in heaven.  He comes down upon our altar in Mass in this glorified state.  What an incredible gift to each of us!

A través de la Liturgia de la Iglesia Católica, los actos redentores de Jesús se nos hacen presentes en esta semana tan sagrada.

El Martes Santo se celebrará la Misa Crismal en la Catedral de Arlington. La Misa Crismal es cuando todos los sacerdotes diocesanos renuevan las promesas solemnes que hicieron el día de su ordenación. También es la Misa en la que el obispo bendice el óleo de los enfermos (usado para la Unción de los Enfermos) y el óleo de los catecúmenos (usado en el Bautismo). El óleo del Santo Crisma se consagra, ya que se usa para los tres sacramentos que marcan el alma: Bautismo, Confirmación y Orden.

La única Misa del día del Jueves Santo es la Misa de la Última Cena, ofrecida por la tarde. Es la Misa en la que celebramos la institución de los sacramentos de la Sagrada Eucaristía y el Orden. No solo recordamos la historia. En cada Misa, es el mismo Jesús quien se hace real, verdadera y sustancialmente presente en la Sagrada Eucaristía, como lo hizo por primera vez en la Última Cena. Lo hace a través de un sacerdote que sigue el sacerdocio que Nuestro Señor estableció sobre los Apóstoles en la Misa de la Última Cena.

El Viernes Santo es el único día del año en que un sacerdote tiene prohibido ofrecer el Santo Sacrificio de la Misa. El día en que Jesús se sacrificó para redimirnos, estamos privados de él. El día en que Jesús sufrió por nuestros pecados, sufrimos la pérdida de su Sacrificio, la Misa. La Iglesia, en su sabiduría, tiene una hermosa Liturgia en la que leemos la Pasión, veneramos la Cruz y recibimos la Sagrada Comunión. Podemos recibir en la Sagrada Comunión al mismo Jesús que sufrió y murió por nosotros.

El Sábado Santo es un día de silencio, ya que Jesús estuvo en el sepulcro. Por la tarde comenzamos la celebración de la Resurrección de Jesús. La Vigilia Pascual es la Misa del año litúrgico. Es la culminación de la Redención de Nuestro Señor por nuestros pecados. Él nos abre las puertas del cielo a todos. Se nos entrega en los sacramentos. Está vivo en su Cuerpo Glorificado en el cielo. Desciende sobre nuestro altar en la Misa en este estado glorificado. ¡Qué regalo tan increíble para cada uno de nosotros!